Monday, October 22, 2007

EL JUEGO EN EL DISCURSO DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Miguel Ángel Gómez Mendoza
Universidad Tecnológica de Pereira
Facultad de Educación
Junio de 2006



“El juego es social en su origen y en su vocabulario, en su ritual y sus convenciones, en su medio y sus manifestaciones, en sus efectos también y es de tal manera social que este puede ser su característica dominante” Jean Vial


El juego constituye de hecho una noción de trabajo productiva y heurística para los practicantes de las diversas ciencias sociales y humanas, pero su extensión y su especificidad son extremadamente difíciles de discernir. En verdad las tentativas de elucidación de la noción problemática de juego llevan con frecuencia a nuevas preguntas más que a respuestas. Ahora bien, se puede considerar siguiendo a Jacques Henriot que el hecho mismo de plantear la cuestión del juego constituye en sí un paso adelante, ya que el juego es con mucha frecuencia tratado como una evidencia. Si la referencia al juego ocupa un creciente lugar en el discurso moderno, invadiendo todos los campos de la actividad humana, esta evolución no parece haber sido objeto de muchas reflexiones rigurosas. Se puede de otra parte preguntarse con razón si el juego del cual se habla en pedagogía, en política, en filosofía, en literatura, en psicología, en matemática, en economía, en antropología, en sociología y en otras disciplinas es verdaderamente uno.

Cuestionando la univocidad de un termino cuyo examen muestra rápidamente que el cubre los fenómenos más variados, se puede estar tentando en buscar el sustrato común –que es en parte el camino de Johan Huizinga o de Roger Caillois, que como veremos son dos referencias obligadas en este campo-, o perderse en una noción cuya polisemia tiene dificultades para ajustarse a las exigencias de cualquier metodología.

El juego se inscribe en una red de significaciones que importa examinar de cerca ya que su recurrencia, aún si se puede negar su utilidad invocando la imprecisión conceptual que encierra, constituye un elemento revelador del discurso contemporáneo. Asumir que el juego hace parte de tal red de significaciones perteneciente a una sociedad dada, en un momento dado de su historia, no equivale a invalidar su interés sino por el contrario a sacar un mayor provecho de su examen.

De esta manera, en este documento se plantean algunas ideas consagradas al pensamiento del juego, adoptando como referencia algunos autores obligados en el tema en el marco de las denominadas ciencias sociales. Se explora entonces brevemente la evolución de la noción de juego en el discurso de este campo de conocimiento. Claro está, a lo largo de esta exposición aparecerá la idea según la cual estudiar el juego, es ante todo estudiar la producción de su sentido. Dicho de otra manera, el juego es en primer lugar el juego tal como de él se habla con un fin dado, en un momento dado, en un contexto dado, en una sociedad dada. Reiteremos entonces que se pretende entonces exponer aquí un breve recorrido de los avatares de la noción de juego en autores que se consideran de referencia obligada en el pensamiento de las ciencias sociales contemporáneas.

(1) Johan Huizinga: un papel fundador

En el campo de las ciencias sociales, Johan Huizinga, es la figura precursora. En Homo ludens. Essai sur la function social du jeu, erige el juego en principio de la cultura humana e, inaugura un tipo de pregunta sobre el fenómeno lúdico, marca el giro más importante en el pensamiento del juego después de Schiller.

Ocupémonos brevemente de la celebra frase de Schiller en sus Lettres sur l´éducation esthétique de l´homme, que ocupa un lugar destacado y logró la unanimidad de los teóricos: “el hombre no juega más que cuando el es hombre en el pleno sentido de la palabra, y él no es plenamente hombre más que cuando juega”. Para Schiller el juego es “un gasto vano de actividad superflua, que imita gratuitamente la actividad verdadera. El está en el origen de las artes (…) Este aumento de energía gastada libremente crea los valores estéticos liberando al hombre de una preocupación de un resultado útil”.

Luego de él, otros autores retomarán esta noción de gratutidad, que ha acompañado largamente el juego. Por tanto, como hablando del carácter inútil de una actividad George Reddé, retoma los estudios recientes y afirma,

La actividad lúdica y los juguetes introducen al niño en el reconocimiento de los valores, en el manejo de los códigos y en el lenguaje de los signos, ellos mantienen y diversifican la relación organismo-medio y expresan la manera propiamente humana de lo que se sigue la explicación de estar vivo con el medio

Schiller et Gross, como otros que se ocuparon de los primeros estudios sobre el juego – y no sobre los juguetes, instrumentos y accesorios- han sostenido la tesis del juego como degradación de las actividades adultas que, privadas de su seriedad, permiten a los niños formarse y a los adultos ociosos pasar el tiempo.

Nadie negaría a Huizinga el lugar que tiene entre los analistas del juego. Gracias a él – y a su reflexión fundadora que sigue siendo para muchos la referencia-, el juego a reconquistado sus cartas de nobleza y ha visto perder terreno la teoría según la cual todo rebaja en el juego. Para Huizinga, el juego siendo invención y disciplina a la vez, cumple un papel cultural inestimable, porque él enseña la lealtad y el respeto de las convenciones estimulando la ingeniosidad, el refinamiento y la fantasía. Su tesis que pone el acento sobre la noción de “sana competencia reglada” a sido ampliamente refutada y combatida. No obstante, aquí nos limitamos a recordar su definición principal de juego:

Una acción libre sentida como “ficticia” y situada fuera de la vida de la vida corriente, capaz sin embargo de absorber totalmente al jugador; una acción desprovista de todo interés material y de toda utilidad; que se cumple en un tiempo y en un tiempo expresamente circunscritos, se desarrolla en orden según las reglas dadas y suscita en la vida relaciones de grupo acompañadas fácilmente de misterio.

¿Cuál es entonces la originalidad de Johan Huizinga? Este historiador holandés va a romper con las interpretaciones teleológicas apreciadas por los etnólogos y los psicólogos para interesarse finalmente en la naturaleza del juego en sí. El supera de este modo la contradicción denunciada por Marie-Claude Hurting y sus colaboradores:

La mayor parte de los autores clásicos han buscado unificar la problemática del juego a través de las perspectivas funcionales, que tendrían un valor explicativo general. Esta perspectiva consiste en determinar la finalidad de un conjunto de comportamientos no definidos previamente, es por tanto más sorprendente que el solo punto de acuerdo entre los diversos teóricos del juego sea sobre su ausencia de finalidad extrínseca

Johan Huizinga, antes que explorar la parte del juego en la cultura, busca probar en que medida la cultura es ella un mismo juego. Con Homo ludens, el juego adquiere un verdadero estatus epistemológico, incluso si las respuestas que aporta pueden hoy en día ser discutibles.

En efecto, el historiador holandés es el primer teórico en establecer explícitamente las relaciones entre las diversas actividades humanas (justicia, guerra, poesía,.arte) gracias a un común denominador: el juego. Además, es también el primer en insistir sobre la irreductibilidad del fenómeno lúdico a las grandes oposiciones de categorías.

Según la definición propuestas por Huizinga, el juego <>

(2) Roger Callois: una tipología celebre

Veinte años más tarde, Roger Caillois, en su no menos celebre e importante obra Les jeux et les hommes, va destacar la importancia de Homo ludens al mismo tiempo que resalta las fallas de las hipótesis planteadas en esta obra: hipótesis muy estrechas que no tienen en cuenta más que el aspecto concurrencial del juego, dejando así de lado una cara de la actividad lúdica humana, aquella de los juegos de azar o causalidad.

Para comenzar, Roger Caillois retoma, enriqueciéndola, la definición propuesta de Johan Huizinga. Para el sociólogo francés, el juego es una actividad:

1°. Libre: a la cual el jugador no podría ser obligado sin que el juego pierda inmediatamente su naturaleza de diversión atractiva y alegre;

2°. Separada: circunscrita en los límites de espacio y de tiempo precios y fijos de antemano;

3°. Incierta: cuyo desarrollo no podría ser determinado ni el resultado logrado previamente, una cierta libertad en la necesidad de inventar se deja obligatoriamente a la iniciativa del jugador;

4°. Improductiva: al no crear ni bienes ni riqueza, ni elemento nuevo de ninguna clase; salvo algún desplazamiento de propiedad en el seno del circulo de jugadores, se llega a una situación idéntica a la del comienzo de la partida;

5°. Reglada: sometida a las convenciones que suspenden las leyes ordinarias y que instauran momentáneamente una legislación nueva, que por sí sola cuenta;

6°. Ficticia: acompañada de una conciencia específica de realidad segunda o de franca irrealidad con relación a la vida ordinaria o cotidiana.

Siguiendo las huellas de Huizinga, Caillois va intentar a su vez establecer una tipología de juegos humanos, e intenta conceder al azar el lugar que le corresponde. Abandonando las clasificaciones funcionales o materiales, juzgadas poco pertinentes pese a su éxito en los psicólogos y en los autores de selecciones de juegos, él escoge –lo que es una innovación fundamental- clasificar los juegos según la actitud del jugador. Distingue cuatro grandes categorías (competición o agôn; suerte o alea; imitación o mimicry y vértigo o ilinx), estructurados alrededor de dos ejes mayores (que van del menos organizado, la paidia, al más organizado, el ludus).

La palabra “juego” designa globalmente, según Caillois, seis nociones diferentes: 1. noción de totalidad cerrada, completa desde el comienzo e inflexible; 2. ideas de límites, de libertad o de invención, en el “estilo, a la manera de un músico o de un comediante.”; 3. “ideas complementarias de oportunidad y de habilidad, de recursos provenientes del azar (…) y de la mayor o menor inteligencia que se emplea”; 4. idea de riesgo; 5. sistema de reglas “arbitrarias, imperativas e inapelables (…) Conjunto restricciones voluntarias, aceptadas por voluntad propia y que establecen un orden estable, a menudo una legislación tacita en un mundo sin ley”; 6. libertad, facilidad de movimiento.”

Para este sociólogo, estas significaciones diversas “muestran en qué, no el juego mismo, sino las disposiciones psicológicas que él traduce y que desarrolla pueden en efecto constituir importantes factores de civilización”; las principales nociones que él determina son la totalidad, la regla y la libertad, Siempre reconociendo que estas son las nociones esenciales del juego en general. No obstante, no se debe descuidar de ninguna manera la noción de libertad, en la cual volvemos a encontrar la idea de movimiento, esto es de espacio, de distancia, de un aquí y de una allá. Esta noción dinámica será muy útil en la definición de trabajo. De otra parte, en nuestra opinión, este especialista del juego no insiste mucho, al menos en esta parte, sobre el hecho que el juego es concebido en primer lugar en todos los diccionarios como una actividad , es decir, como un hacer.

En la obra de Caillois, es posible señalar la presencia de nociones paradójicas (limites-invención; destino-libertad; riesgo-cálculo; economía.-disposición; estabilidad-movimiento: restricción-placer). En efecto, para que haya juego, dos polos deben subsistir y mantenerse conjuntamente; asociados en un ir y venir incesante. Es quizás, en este sabio arte del equilibrio en el que reside verdaderamente el juego, o mejor dicho el jugar: en esta capacidad de ser en el juego sin perderse en él, de vivir la ilusión sin sucumbir. El literatura, cuando los participantes en el hecho literario pierden su capacidad de mantener este equilibrio, caen ellos ya sea en la imitación plana o en el consumo de modelos prefabricados o ya sea abandonando el juego.